Valery Fabrikant, el asesino en masa de Web of Science
¿Quién es Valery Fabrikant? ¿Quién es este investigador que tiene 152 artículos en las mejores revistas de Matemáticas y Mecánica de Web of Science y se identifica como prisionero 167932D de la Penitenciaría de Archambault? ¿De dónde procede este autor? Si estudiamos las direcciones postales de sus artículos comprobamos que antes de estar en la prisión de Archambault estuvo en las Penitenciarías de Drummond, Cowansvilley, Donnacona, y antes de eso en la Concordia University (Quebec, Canadá).
El mundo académico no es una torre de marfil ajena al delito. De hecho, es frecuente que la ficción utilice el contexto académico en el desarrollo de sus tramas, y en muchos casos que se basen en hechos verídicos, como por ejemplo la reciente serie de Discovery Channel “Manhunt: Unabomber” basada en la vida del profesor universitario Ted Kaczynski. El caso de Fabrikant es ligeramente diferente por un motivo, se desarrolla en el contexto departamental de una universidad, es provocado por las dinámicas laborales universitarias y sus víctimas son profesores universitarios, compañeros del asesino.
El 24 de agosto de 1992, Valery Fabrikant, un profesor de la Concordia University, llegó armado al Departamento de Ingeniería de su universidad y comenzó un tiroteo en el que murieron el presidente del departamento, Phoivos Ziogas, y los profesores Matthew Douglass, Michael Hogben y Jaan Saber resultando herida una secretaria, Elizabeth Horwood. Aun así, el suceso podría haber sido más trágico, pues Fabrikant pensaba liquidar a otros tres colegas a los que acusaba de ser autores fantasmas de sus artículos y que afortunadamente no se hallaban en el edificio.
Después de que la policía y la seguridad del campus lograsen arrinconar a Fabrikant y arrestarlo comenzó un proceso penal que paralizaría a la universidad canadiense por años. El propio Fabrikant se representó a sí mismo en el juicio, tras haber despedido a 10 abogados. El objetivo del proceso no era el de probar unos hechos acreditados y reconocidos por el autor sino más bien estudiar el grado de estrés al que había sido sometido Valery así como la salud mental del mismo. La defensa (Fabrikant) justificó los crímenes como Defensa Propia. El juicio de dos psiquiatras que lo examinaron clasificó a Valery como a un hombre trastornado, severamente paranoico y hostil, con un claro desorden de personalidad, pero apto para ser juzgado.
El “abogado defensor” -Fabrikant- estaba en desacuerdo con el juicio de los psiquiatras y realizó su propio informe para desmontar esta evaluación, disparando a la línea de flotación del argumento. Para ello, contrató al Dr. Morisette a quién no pudo convencer para que atestiguase sus argumentos y que se basaba en que “La Psicología no tiene base científica y no prueba nada y por tanto no es admisible ningún informe psicológico en un juicio” (a punto estuvo de revolucionar el derecho canadiense). Sin embargo, el Dr. Morisette sí pensaba que Fabrikant no era apto para ser juzgado y por el contrario debía ser medicado y confrontado una vez tratado, algo a lo que éste se negó pues no quería ver mermadas sus cualidades mentales. Finalmente fue, condenado a cadena perpetua.
¿Pero qué hizo que V. Fabrikant acabase con la vida de cinco personas? Valery Fabrikant emigró desde Bielorrusia a Canadá en 1979, probablemente por la imposibilidad de encontrar trabajo después de haber sido despedido de diferentes instituciones por comportamientos inadecuados, aunque públicamente achacaba la emigración a su disidencia política. En el año 1980 es contratado como técnico por la Universidad de Concordia y posteriormente ascendido a profesor. En principio, su facilidad para investigar y buena disposición hacia sus jefes directos le permitieron hacer carrera en el departamento de Mecánica. No obstante, a los pocos años comenzó a tener problemas con alumnos, compañeros y personal administrativo, que iban desde amenazas físicas a un caso de acoso sexual.
La universidad no pareció tomarse en serio las denuncias contra Fabrikant y sólo en algunos casos fue amonestado, tarde y levemente. A los pocos años, Fabrikant se enemistó con aquellos que le habían ayudado, ya que dejaron de hacerlo. Fue entonteces cuando Fabrikant comenzó a realizar amenazas públicas y denuncias administrativas con el objeto de chantajear a cualquiera y promover su ascenso. Incluso, meses antes de la masacre, había llevado a la Corte General una denuncia para tratar de borrar a sus antiguos jefes de los artículos donde aparecían como coautores inmerecidamente, acusando a su propia universidad de permitir y estimular esta práctica. Todo este caldo de cultivo hizo que un día se decidiese a asesinar a aquellos a quien creía enemigos, en el convencimiento de que su muerte estaba más que justificada.
La masacre y el juicio posterior a Fabrikant tuvieron consecuencias en la sociedad canadiense, tanto en la universidad como en el control del gobierno sobre las armas. La universidad prohibió la entrada de armas en su campus y encargó dos investigaciones sobre los hechos, lo que acabó con una revisión de los procedimientos para la contratación de becarios y profesores y pautas éticas en la investigación. Igualmente, los tres académicos que se salvaron de la masacre acabaron siendo despedidos (uno de ellos pre-jubilado) al probarse como ciertas algunas de las acusaciones de Fabrikant sobre prácticas poco éticas. Mientras tanto, Fabrikant, con 78 años, sigue investigando y publicando desde la cárcel y sin aparente posibilidad de salir de prisión. Hace tres años le fue denegada una solicitud de libertad condicional…